RAINA ANDERSON

Este trabajo es un viaje sobre los parámetros cambiantes, sobre la estructura y la fisicalidad del concepto de hogar. En esta era de Covid y cambio climático, cada fotografía representa una asociación incómoda entre la humanidad y la naturaleza.

            En un mundo donde los humanos y la naturaleza están desarrollándose a un ritmo alarmante, de forma tanto interconectada como desplazada, creo fantasías que están suspendidas en algún lugar entre los mundos imaginarios de comunidades humanas aisladas y los de naturaleza pura. Encuentro esta fantasía a la vez seductora y aterradora, mágica y amenazante, donde anhelo retroceder en el tiempo a un entorno idílico y sin adulterar, al mismo tiempo que temo ser dominado por él.

            Comencé esta serie en un momento de dos eventos combinados: la pérdida de la casa en la que crié a mis dos hijas y mi paso hacia el nido vacío a medida que mis hijas entran y atraviesan la adolescencia. Las aves simbolizan el anhelo de libertad, y el nido representa la fragilidad y la temporalidad del hogar.

            Cada trabajo contiene de dos a más de 20 imágenes que he superpuesto, alterado, repetido y combinado digitalmente. Cada combinación es como un sueño para mí. Comienzo con una o dos fotos que tienen un significado personal y luego agrego elementos de manera orgánica y sin premeditación. Mientras trabajo mi imaginación se abre. Cada elemento que agrego revela otra imagen o textura necesaria. A medida que agrego nuevas imágenes, quito otras. Busco un equilibrio entre el reconocimiento y la inverosimilitud en composiciones que suspenden el sentido de la realidad e invitan a algo nuevo. Agrego muchas capas de tonos de blanco y negro para agregar riqueza y calidad de otro mundo a las imágenes. Cuando la composición se siente bien, modifico los elementos para hacerlos uniformes y creíbles en la forma en que un sueño es creíble: irracional pero emocionalmente potente.

--Traducido por Viridiana Gutiérrez